domingo, 2 de enero de 2022

La vida y misión de Jesucristo


Las circunstancias humildes de su nacimiento


Jesús nació de la virgen María en un pequeño pueblo de un rincón remoto del mundo. Ese nacimiento humilde cumplió las esperanzas y sueños de todos nosotros. Él era el Hijo de Dios, con conocimiento y poder infinitos, y sin embargo también era mortal y susceptible al hambre y al dolor. Jesucristo experimentó totalmente los desafíos y las penas de esta vida. Él nos conoce a cada uno de nosotros y nos entiende perfectamente.


Una preparación temprana


Aún cuando era jovencito, Jesús enseñaba la palabra de Dios. Cuando tenía 12 años, enseñó en el templo y todos los que le oyeron se maravillaron de su conocimiento. Cuando Jesús comenzó su ministerio, ayunó en el desierto 40 días, fue tentado por el diablo y lo resistió. También fue bautizado en el río Jordán por Juan el Bautista. Aunque Jesús fue sin pecado, aún así fue bautizado por inmersión para enseñarnos obediencia a Dios. Después del bautismo de Jesús, Dios declaró, “Este es mi Hijo Amado, en quien me complazco".


Ministerio


Jesús sanó a los enfermos, le dio la vista a los ciegos y aun revivió a los muertos. Lo más asombroso es que Él hizo que todos estos milagros fueran posibles. Aunque sus obras fueron consideradas por los sacerdotes judíos como un comportamiento blasfemo, Jesús constantemente le recordó a la gente que sus obras estaban alineadas con la voluntad de Dios para “que el Padre sea glorificado en el Hijo” (Juan 14:13).

Jesús también es el ejemplo perfecto de amor. Durante su vida en la tierra, Jesús se preocupó por los pobres, sanó a los enfermos (véase Lucas 17:12—19) y nunca rechazó a los niños pequeños (véase Mateo 19:13—14). Su amor es infinito y está disponible para cada uno de nosotros.

Jesús enseñó que debemos perdonar. Aun estando en la cruz, Jesús perdonó a la gente que lo crucificó.


Jesús realizó milagros


Jesús sanó al enfermo, caminó sobre el agua, levantó a los muertos, calmó la tempestad y convirtió el agua en vino. Esos milagros cumplieron profecías antiguas y confirmaron Su divinidad. También mostraron la compasión infinita que tiene Jesús por nosotros. Gracias a este conocimiento, podemos saber que Él es nuestro Dios y que tiene poder sobre cada una de Sus creaciones. De esta manera, podemos tener fe en que Él podrá llevar a cabo milagros en nuestras vidas hoy en día.


Enseñanzas divinas


Jesús fue el maestro más grande que jamás haya vivido. Frecuentemente usó parábolas, o historias, para enseñar lecciones importantes que todavía podemos aplicar a nuestros días.

Sus enseñanzas estaban muy por delante de su tiempo. Él nos enseñó a amar a nuestros enemigos. Nos enseñó a perdonar. Nos enseñó a ver a las personas más allá de su raza, edad, género o nacionalidad. Nos enseñó a amar a Dios y a nuestro prójimo. Pero más importante, nos mostró amor en todo lo que hizo.


Jesús murió por nosotros


A lo largo de su vida, muchas personas se enojaron con Jesús porque condenaba la hipocresía. Él enseñó principios que no eran comunes y mostró compasión hacia los pecadores. También demostró un poder asombroso, lo cual hizo que algunos líderes civiles y de la iglesia se sintieran amenazados por su influencia.

La noche antes de que lo mataran, Jesús se retiró al Jardín de Getsemaní para orar. Ahí, sintió la carga de cada pecado y dolor del género humano y sufrió por cada persona que jamás haya vivido. Después, Jesús fue traicionado, arrestado, burlado, golpeado y crucificado. Todo esto Él lo permitió para cumplir con la voluntad de Dios. “Yo pongo mi vida”, dijo el Señor, “para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar”. (Juan 10: 17-18) Aun cuando Jesús estaba siendo crucificado por su propia gente, Él le suplicó a Dios que tuviera misericordia de ellos. - Fuente

No hay comentarios:

Publicar un comentario