lunes, 25 de febrero de 2019

Curiosidades La Pasión de Cristo de Mel Gibson

Cinco películas que recrearon la muerte de Jesucristo


Las historias bíblicas siempre generaron un gran interés público y muchas de ellas fueron llevadas a la pantalla grande. A lo largo de los años, directores y productores han representado la vida de Jesús con superproducciones, utilizando distintas perspectivas. Algunas películas tuvieron un trasfondo espiritual, otras se presentaron con características más ideológicas. Incluso algunas representaciones cinematográficas han generado polémica o escándalo.

domingo, 24 de febrero de 2019

La Crucifixión 1772. Giandomenico Tiepolo

Pintado en Venecia, forma parte de la serie de ocho escenas de la Pasión de Cristo conformada por las obras. Proceden del Convento de San Felipe Neri de Madrid, de donde pasaron al Museo de la Trinidad.

Ecce Homo Hacia 1570. Juan de Juanes


Esta visión directa y frontal de Cristo coronado de espinas, atado y sosteniendo una caña a modo de cetro, es una de las más divulgadas del autor. Presenta una factura minuciosa que recuerda la de la pintura flamenca. La figura, muy iluminada, destaca sobre un fondo oscuro que potencia la concentración emocional del espectador en la patética imagen.

Abren la tumba de Cristo por primera vez en siglos



Los investigadores han encontrado una gran cantidad de material de relleno bajo un revestimiento de mármol instalado en 1555 en la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, según informa la revista 'National Geographic'.

Cristo de la Buena Muerte o Cristo de Mena


El Cristo de la Buena Muerte o Cristo de Mena son las advocaciones de Cristo que surgen de una talla de Cristo crucificado original de Pedro de Mena datada aproximadamente en 1660, y que se conservó en la Iglesia de Santo Domingo en Málaga hasta su destrucción.

sábado, 23 de febrero de 2019

Cristo atado a la Columna Hacia 1665. Cornelis Schut

La restauración de esta obra descubrió las iniciales C. S. en la base de la columna, por lo que fue atribuida al pintor Cornelio Schut, con el que asimismo coincide estilísticamente. Aunque su origen era flamenco, el artista residió en Sevilla la mayor parte de su vida, encuadrándose dentro de la escuela sevillana del círculo de Murillo, con quien ha llegado a confundirse en ocasiones, sin llegar nunca a igualar su habilidad.
Cabe recordar la similitud entre este Cristo y el que, también de pequeño formato y fechado en torno al mismo año, realizó el maestro sevillano (Londres, colección particular). Ambos lo representan desnudo, con el paño de pureza blanco, atado con las manos hacia atrás a una columna baja ante un fondo neutro; sin embargo, este ejemplar de Schut muestra mayor dramatismo y una pincelada más suelta (Texto extractado de La Belleza Cautiva. Pequeños tesoros del Museo del Prado, Museo Nacional del Prado, Obra Social la Caixa, 2014, p. 116).

La Coronación de espinas Hacia 1754. Corrado Giaquinto

En un espacio semejante al anterior, Cristo, sentado, con la cabeza inclinada y las manos atadas, recibe la corona de espinas que dos sayones, cubiertos de armaduras y con la ayuda de palos, colocan en su cabeza. Otros sayones y soldados le contemplan y hacen mofa de él. El lienzo, junto con su compañero, en la serie sobre la Pasión realizada para el oratorio del Rey en el Palacio del Buen Retiro, Cristo camino del Calvario, es muy significativo del arte de Giaquinto que, indudablemente, anticipa audacias juveniles del pintor Francisco de Goya. La iluminación del Cristo y su desnudez hacen resaltar la figura doliente con una solución artificiosa pero de seguro efecto.
Esta obra formaba parte de un conjunto dedicado a la Pasión que hasta 1808 decoraba el oratorio privado del rey Fernando VI en el palacio del Buen Retiro. Giaquinto hace contrastar la mansedumbre y la resignación de Cristo con la violencia de los sayones que le humillan y le encajan brutalmente la corona de espinas. Las actitudes clásicas de las figuras revelan su formación romana.

Cristo ante Pilatos Hacia 1754. Corrado Giaquinto

A poco de llegar a España en 1753, Giaquinto comenzó a pintar, para el oratorio del Rey en el Palacio del Buen Retiro de Madrid, una serie de ocho lienzos sobre asuntos de la Pasión, incluido el cuadro del altar, que representa la Santísima Trinidad. Cristo es presentado a Pilatos que, sentado al fondo, intenta equilibrar como en una balanza su propio juicio sobre la inocencia del acusado y la decisiva opinión de sus consejeros y del público, que demandan la muerte de Jesús.

La Oración en el Huerto - Vicente Juan Macip Comes

Cristo arrodillado, con los brazos en alto, mira hacia el cielo donde asoma un ángel con cáliz y cruz, atributos de su pasión. En segundo plano, detrás de Cristo y a la izquierda, aparecen representados los Apóstoles dormidos. La obra pasó de la Colección Real al Museo del Prado figurando atribuida a Juan de Joanes hasta 1920 en que por opinión de Tormo aparece correctamente catalogada como obra de su hijo Vicente Joanes (Fotografía cedida por el Museo Provincial de Lugo, institución de positaria de la obra).

Cristo camino del Calvario Hacia 1661 - Juan de Valdés Leal

La superficie del cuadro aparece ocupada casi en su totalidad por la figura de Cristo, situado en un destacado primer plano con la intención de reforzar el carácter tridimensional de la composición y acentuar la representación del sufrimiento. El Nazareno soporta con gran esfuerzo la Cruz, que apoya pesadamente sobre su espalda. Para no caer al suelo, Cristo debe apoyarse sobre sus piernas, descansando su mano derecha en la rodilla izquierda. Aparece representado con una túnica púrpura, el color de la Pasión, y el pintor ha detallado sobre su superficie varias manchas de sangre, la más evidente sobre su hombro derecho, donde llevó la Cruz, así como en el codo del mismo lado, fruto de las múltiples caídas en el Calvario. Igualmente, unas gotas de sangre caen desde la corona de espinas manchando su rostro.
La expresión de Cristo muestra al mismo tiempo resignación, fatiga y sufrimiento, mientras que en segundo término, la Virgen y otra mujer, posiblemente María Magdalena o la hermana de la Virgen, lloran apesadumbradas, al tiempo que San Juan lleva su mano derecha al pecho y nos señala con la otra el acontecimiento. En el lado derecho de la pintura se abre un paisaje ejecutado con gran libertad, su carácter rocoso e inhóspito proporciona un marco muy adecuado para esta escena de sufrimiento.
Este tipo de composición es característico del siglo XVII en España, cuando los pintores y escultores llevaron a un grado máximo de refinamiento los instrumentos que tenían a su alcance para mostrar al fiel el patetismo y significado religioso de la escena, no como una abstracción, sino tal y como si el espectador fuera testigo directo del acontecimiento mismo, renovándose así con cada visión de la pintura la historia de la Redención. Esta forma de representación está relacionada con la compositio loci, literalmente composición de lugar, en referencia a la práctica de imaginar, el creyente o el pintor, que está realmente presente en el episodio religioso sobre el que está meditando, tal y como recomendaba el jesuita San Ignacio de Loyola para la oración.
En esta obra, Valdés Leal utiliza los matices que le ofrecen el color rojo y el púrpura, llenos de significado en una escena de la Pasión, empleando además la luz y la sombra para dirigir nuestra mirada hacia Jesús, imprimiendo a la obra una gran carga emocional. La creación de esta atmósfera dramática depende, sin embargo, no solo de su utilización del color, sino también del modo en que el pintor aplica la materia pictórica. Los contornos no están claramente definidos y la pintura se extiende a base de grandes superficies de color, con pinceladas rápidas y nerviosas, creando con ello un ambiente de gran tensión, muy acorde con el tema representado (Texto extractado de Portús, J.: Portrait of Spain. Masterpieces from the Prado, Queensland Art Gallery-Art Exhibitions Australia, 2012, p. 128).

Cristo yacente 1663 - Juan Antonio de Frías y Escalante

Figura de cuerpo entero; sobre un sudario, con el rótulo de la cruz y la calavera. Firmado: Ioannes Anto. Escalante fat anno de 1663. Quizá sea el Cristo difunto que Palomino elogia extremadamente en la iglesia del Espíritu Santo de Madrid, diciendo que parece de Tiziano.

Cristo en la Cruz 1604. Federico Barocci

Junto a la emotividad religiosa y el perfecto tratamiento de la anatomía, lo más atractivo de la composición es el paisaje, que reproduce la vista que se contempla desde la casa de Barocci en la via San Giovanni de Urbino. En primer término a la derecha aparece el Convento de Santa Catalina y el Palacio Ducal, a cuyos pies se extiende el Mercatale, limitado a su derecha por la Ermita de San Rocco. En un plano intermedio se distingue el pueblo de Valbona con el Palazzo Palma, y más allá, se extiende un frondoso paisaje. Al fondo se alzan el Catria, el Petrano y el Nerone, montes que marcaban los límites geográficos del ducado de Urbino.
La historia de esta obra es pareja a la del Nacimiento, pues ambas se pintaron para el mismo patrón y encontraron acomodo definitivo en la Colección Real española. Barocci realizó esta obra en 1604, recibiendo 300 escudos de oro de Francesco Maria II della Rovere, quien al testar en 1628 estipuló la entrega del cuadro a Felipe IV tras su muerte. En 1631 fallecía el duque de Urbino (cuyo féretro, según Bellori, fue colocado a los pies del Cristo en la Cruz), y poco después Felipe IV recibía la pintura, que destinó a la capilla del Alcázar. Sin menospreciar su emotividad religiosa o el perfecto tratamiento de la anatomía, lo más atractivo de la composición probablemente sea el paisaje, a menudo señalado como el primero de la pintura italiana, que reproduce la vista que se contempla desde una de las ventanas de la casa de Barocci en la Via San Giovanni de Urbino. Se conservan dibujos preparatorios en Berlín y Florencia y están documentadas varias copias, algunas encargadas por el propio duque de Urbino a Ventura Mazza en 1604, 1605 y 1611 (Texto extractado de Falomir, M. Guía. Pintura italiana del Renacimiento, Museo del Prado, 1999, pág. 110).

La Piedad 1650 - 1660. Jacob Jordaens

La Virgen, que sostiene en su regazo el cuerpo muerto de Cristo, conduce implorante la mirada al cielo. San Juan, de rojo, José de Arimatea y Nicodemo, reflexionan sobre el acontecimiento del que son protagonistas. En la parte baja, la Magdalena retira las espinas de la cabeza de Cristo y María Salomé besa su mano. Es obra de madurez de Jordaens, en la que se aprecia la pincelada larga y acuosa de sus últimas pinturas. Tras numerosos dibujos preparatorios de las figuras, realizó una composición piramidal para el grupo de la parte baja, cuyo modelo último es la Piedad de Miguel Ángel, hoy en San Pedro del Vaticano. Este grupo queda enmarcado por las figuras en pie de la parte alta, según una solución repetida en otras representaciones del mismo tema por parte del artista. La obra procede de la Iglesia de San Alberto de Sevilla.

Muerte de Jesús – La Pasión narrada por un Fisiólogo


En la hora nona (tres de la tarde) Jesús dice: “todo está consumado” (Jn 19, 30), y se abandona en las manos de Dios: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46). Cuenta el Evangelio, que “Jesús, dando una fuerte voz, expiró” (Mc 16, 37). Esta es, sin duda, la última expresión de fuerza espiratoria, y de posible dolor cardíaco extremadamente agudo, que pudo implicar la rotura del corazón de Jesús.

La crucifixión – La Pasión narrada por un Fisiólogo


Llegan al Calvario. El camino ha sido cuesta arriba y Jesús está exhausto. Le quitan con brusquedad su túnica inconsútil. Jesús sufre al sentir sobre sí mismo la vergüenza de su desnudez a la vista de cientos de miradas.

Con la cruz a cuestas – La Pasión narrada por un Fisiólogo


El gobernador le condena a muerte en la cruz: patíbulo de delincuentes y malhechores que -como la flagelación- jamás se aplicaba a ciudadanos romanos salvo en casos de deserción de soldados.

La coronación de espinas – La Pasión narrada por un Fisiólogo


Los soldados romanos se burlan de Él. Como se burlaron los judíos en los juicios de la noche anterior. Aún por la mañana, le echan encima un manto de color púrpura, posiblemente viejo, sucio y maloliente que podría haber estado toda la noche encima de alguna caballería.

La flagelación – La Pasión narrada por un Fisiólogo


Por la mañana del viernes, Jesús es presentado ante Pilatos, quien no ve en él culpa alguna. Ante la insistencia del pueblo judío, instigado por los sumos sacerdotes, manda azotarlo antes de ser crucificado. La condena de Pilatos se corresponde con un crimen judicial, pues sabiendo que Jesús es inocente, lo condena a muerte.

La pasión narrada por un fisiólogo: La oración en el huerto


En la mañana del Jueves Santo, Jesús realizó un largo desplazamiento a pie hasta Jerusalén. Era el mes de Nisán, que coincide con los meses de Marzo o Abril de nuestro calendario. En la noche de ese día celebró su Última Cena -la cena pascual- con los doce discípulos.

Jim Caviezel: La secuela de la Pasión de Cristo será “la película más grande de la historia”


El actor habla sobre el esperado proyecto sobre la resurrección de Cristo en el que trabaja junto con el director Mel Gibson.

La Virgen María y San Juan Pablo II


Hacer de Jesús era mucho más que un papel para él. Era una misión. Y lo mismo ocurriría si volviera a ser el protagonista de la secuela que prepara Mel Gibson. “Cuando interpreté a Jesús, recé mucho. Le pedí a Dios que me mostrara cómo podía presentar a Jesús de la manera más precisa, cómo hacer que los espectadores se sintieran más cerca de él. 

Una de las escenas más conmovedoras de la película "La pasión de Cristo"...

Entrevista a Jim Caviezel (Protagonista de "La Pasión de Cristo"


En febrero Jim Caviezel (protagonista de “La Pasión” de Mel Gibson) hizo su sexta peregrinación a Medjugorje y después viajó a Viena donde concedió una entrevista a Christian Stelzer para la revista Oase des Friedens. La traducción croata se ha publicado en la última edición de la revista parroquial de Medjugorje Glasnik 

La Pasión de Cristo: Resurrección y créditos finales



Tras asistir a una interminable serie de torturas y vejaciones Cristo muere en la Cruz y al tercer día resucita. Al margen de que seamos o no creyentes, el director Mel Gibson con este gran final consigue que le perdonemos todos sus excesos anteriores al transmitir tan bien la idea de que todo ese larguísimo sufrimiento previo mereció la pena, de que Cristo fue el vencedor. La banda sonora de John Debney, es quizás la mejor que nunca haya compuesto.