Cuando todo tu hacer se consumía
sobre la tosca cruz de tu martirio,
y tu existencia humana como un cirio
cansado de alumbrar languidecía…
Con suplicante afán que estremecía
el patético ardor de tu delirio,
gritaste: ¡ TENGO SED ! y el mustio lirio
de tu cuerpo, rindióse en su agonía.
Cuando la burla osada de Longinos
aproximó a tus labios mortecinos
una esponja con mirra envinagrada.
Pero Tú lo miraste, dolorido,
y en un gesto de amor agradecido…
hiciste de tu sed, fuente sellada.
lunes, 20 de diciembre de 2021
Al Santísimo Cristo de la Sed - Manuel García Romero
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