sábado, 18 de julio de 2020

Oración



"Oh Señor, haz que mi fe sea pura, sin reservas, que penetre en mi pensamiento, en mi modo de juzgar las cosas divinas y las humanas.
Oh Señor, haz que mi fe sea libre; es decir, que cuente con el concurso personal de mi elección, que acepte las renuncias y los riesgos que ella comporta, que manifieste la esencia última de mi personalidad: creo en ti, oh Señor.
Oh Señor, haz que mi fe sea cierta: cierta en la razón exterior de las pruebas y en el testimonio interior del Espíritu Santo, segura de su luz confirmante, de su final pacificador, de su connaturalidad sosegadora.
Oh Señor, haz que mi fe sea fuerte, que no tema la contrariedad de los problemas que llenan la experiencia de nuestra vida; que no le asuste la adversidad de quienes la discuten, la combaten, la rechazan o la niegan; que se fortifique en la prueba íntima de tu verdad, se entrene en el esfuerzo de la crítica, se consolide en la afirmación permanente, capaz de superar las dificultades dialécticas y espirituales en que se consuma nuestra existencia temporal.
Oh Señor, haz que mi fe sea gozosa, que pacifique y alegre mi espíritu y lo disponga a la oración con Dios y a la conversación con los hombres, de tal forma que trascienda en la conversación sagrada o profana la dicha original de su bienaventurada posesión.
Oh Señor, haz que mi fe sea activa, que preste a la caridad las razones de su expansión moral, de manera que sea auténtica amistad contigo y sea tuya en las obras, en los padecimientos, en la espera de la revelación final; que sea una búsqueda continua, un permanente testimonio y una indefectible esperanza.
Oh Señor, haz que mi fe sea humilde, que no pretenda fundarse en la experiencia de mi pensamiento, de mi sentimiento, que se rinda al testimonio del Espíritu Santo y no cuente con otra garantía mejor que la docilidad a la autoridad del magisterio de la santa Iglesia. Amén".
(Del Papa Pablo VI, 30 de Octubre de 1968).

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