sábado, 23 de febrero de 2019

La Coronación de espinas Hacia 1754. Corrado Giaquinto

En un espacio semejante al anterior, Cristo, sentado, con la cabeza inclinada y las manos atadas, recibe la corona de espinas que dos sayones, cubiertos de armaduras y con la ayuda de palos, colocan en su cabeza. Otros sayones y soldados le contemplan y hacen mofa de él. El lienzo, junto con su compañero, en la serie sobre la Pasión realizada para el oratorio del Rey en el Palacio del Buen Retiro, Cristo camino del Calvario, es muy significativo del arte de Giaquinto que, indudablemente, anticipa audacias juveniles del pintor Francisco de Goya. La iluminación del Cristo y su desnudez hacen resaltar la figura doliente con una solución artificiosa pero de seguro efecto.
Esta obra formaba parte de un conjunto dedicado a la Pasión que hasta 1808 decoraba el oratorio privado del rey Fernando VI en el palacio del Buen Retiro. Giaquinto hace contrastar la mansedumbre y la resignación de Cristo con la violencia de los sayones que le humillan y le encajan brutalmente la corona de espinas. Las actitudes clásicas de las figuras revelan su formación romana.

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